Hablemos de
Patricia Domínguez, artista visual: “La curiosidad de la ciencia es fascinante”
-
Cuéntale a tus contactos
-
Recomiéndalo en tu red profesional
-
Cuéntale a todos
-
Cuéntale a tus amigos
-
envíalo por email
Hace justo un año estaba en el CERN, el más grande centro de investigación científica del mundo, ubicado en Suiza, calcula Patricia desde su casa en Puchuncaví. La experiencia fue parte de una residencia de diez días por parte de la beca Simetría de la Corporación Chilena de Video que se ganó en 2020 y que todavía tiene pendiente una segunda residencia en el proyecto astronómico ALMA en Atacama.
Su quehacer artístico mezcla naturaleza y tecnología. Es también educadora y activista, pero la denominación que más la identifica actualmente es etnobotánica experimental.
El amor a las plantas y los animales son su punto de partida. Su abuelo, Gonzalo Domínguez, dedicó gran parte de su vida a la arqueología y el coleccionismo. Muchas veces le tocó acompañarlo y creció rodeada de ilustraciones naturalistas, obras de Claudio Gay, ediciones históricas y colecciones de fósiles. “Eso me influyó mucho. Fue una entrada a ese mundo científico”, cuenta.
Cuando estaba en el colegio pensó en ser bióloga, “quería estudiar los animales por fuera o por dentro”, dice, pero también venía de una familia de artistas y tenía afinidad con la pintura.
Entró a Arte en la Universidad Católica y luego vivió en Nueva York. donde estudió un magister en Hunter College y un curso de ilustración científica y botánica en el New York Botanical Garden. Desde allá, en 2013, creó www.studiovegetalista.com, plataforma experimental que mezcla arte y ciencias a partir de la naturaleza como materia de estudio.
Durante muchos años enseñó ilustración botánica 100% científica, cuando era menos común que ahora. Eran Geraldine MacKinnon, Francisco Ramos y ella, cuenta. Junto a Geraldine y un grupo de artistas botánicas crearon el Círculo de ilustradores naturalistas, e hicieron una convocatoria a nivel nacional que luego se transformó en la primera Exposición Jurada de Ilustración Botánica en Chile en la Biblioteca Patrimonial Recoleta Domínica, en 2018.
Ahora esa disciplina está más institucionalizada, comenta. Incluso la UC abrió un Diplomado en ilustración científica, donde hizo clases el año pasado.
“Fue increíble conocer la máquina más grande del mundo, que mide 27 kilómetros en total y que estudia las partículas más chicas de la realidad”, reflexiona la artista sobre su estadía en el CERN.
Lo más interesante, afirma, fue conocer a los científicos -en su mayoría hombres, pero también algunas mujeres-, desde los físicos teóricos hasta quienes fabrican los chips de silicona.
“Fueron muy generosos de sentarse con nosotras y explicarnos. Entendí filosóficamente lo que estaban haciendo, y eso abrió muchas preguntas para mi trabajo. Adquirí cierto vocabulario sobre lo invisible. La sensación de curiosidad y misterio de la ciencia es fascinante”, señala.
-¿El estudio desde la ciencia y el arte son caminos paralelos, o se cruzan?
-"Estudian lo mismo. Me tocó entrevistar al director de física teórica del CERN y tenía en su oficina banderas budistas. Hablamos de espiritualidad y él me dijo que las tradiciones antiguas saben de espacios cuánticos, pero no tienen la herramienta de la ciencia actual que son los datos. Es interesante poner en diálogo estas dos visiones. Las tecnologías de la naturaleza son más complejas que las tecnologías artificiales, que todavía son más binarias.
Podemos encantarnos con los progresos de la tecnología, pero también hay que tener una mirada crítica y estar conscientes de que la semilla de un árbol puede tener información más compleja que otros aparatos que nos obnubilan".
Una de sus obras recientes es Matrix vegetal, proyecto que surgió a partir de una convocatoria de la Wellcome Collection en Londres, museo de antigüedades médicas del coleccionista del siglo XIX Henry Wellcome donde además hay un espacio para exposiciones de arte moderno y tecnología.
“Me invitaron a revisar su colección etnobotánica sudamericana de plantas medicinales con un enfoque experimental, artístico o decolonial”, dice. Entonces empezó a investigar plantas sagradas y decidió ir a estudiar con Amador Aniceto, curandero que trabaja con plantas medicinales en Madre de Dios, región de la amazonía peruana.
“Para mí eso es tecnología orgánica ancestral. Matrix vegetal son dos videos hermanos con protagonistas mujeres que se van introduciendo en el mundo de lo invisible, uno es desde la ciencia occidental y el otro desde lo vegetal. Vivimos conectadas a enchufes, electricidad, información. Pero también a las energías del cosmos. El video invita a salirse de la matrix digital para entrar en la inteligencia vegetal”, plantea la artista.
Viene llegando de Berlín, donde participó de la Bienal Screen City, que tuvo lugar en el Archenhold Planetarium, con Matrix vegetal proyectado en el espacio Other minds.
Matrix vegetal, acuarelas de Patricia Domínguez en Wellcome Collection, Londres, 2022.
Y este fin de semana viaja a Londres, donde expondrá en Frieze sus videos y una serie de acuarelas donde reúne a las máquinas del CERN con las tecnologías vegetales de la selva peruana. De ahí se traslada a Córdoba, España, invitada por TBA 21 a mostrar La balada de las sirenas secas, videoinstalación sobre la crisis hídrica en Petorca y la agrupación Viudas del agua (ahora Mujeres del agua de MODATIMA).
Generalmente trabaja con mujeres. Los últimos años sus compañeras de producción han sido Elisita Balbontín -artista, música y su prima-, en la musicalización de los videos desde su proyecto solista Futuro fósil; Emilia Martín, directora de fotografía, y Pamela Cañoles en sonido.
Entre otras mujeres con las que colabora menciona a la machi Millaray Huichalaf y a sus maestras del mundo de las plantas, Nicole Postel de Frecuencia Licán y Vanesa Beytía de Fundación Alquímica. Le gusta destacarlo, porque en el arte todavía la presencia masculina es preponderante.
“Seremos muchas artistas mujeres, pero en cuanto a representación en museos, colecciones y ventas, son mayoritariamente hombres. Ahora los curadores están éticamente forzados a incluir mujeres o redescubrir artistas antes invisibilizadas. Eso está cambiando. Pero todavía el ámbito institucional, los museos, los jefes, la comercialización, en general son hombres”.
Patricia vive hace tres años en Puchuncaví, donde también se ha vinculado a organizaciones de la zona; forma parte del Consejo Ciudadano de la Universidad de Playa Ancha, con un programa que les enseña a los alumnos de la Escuela La Greda a cultivar Sacocornia Neei, planta que absorbe metales pesados producidos por el complejo industrial de Ventana.
También apoya a la nueva Escuela Ambiental de MODATIMA en Catapilco. “Aquí tengo un taller con más espacio y un jardín que me permite otro tipo de experimentación. Pero al mismo tiempo estoy a 9 kilómetros de la zona de sacrificio, y hace pocos mis vecinos terminaron intoxicados durante el peak de arsénico, además del luto ecológico por la desertificación del paisaje”, dice sobre su vínculo con el entorno.